Tres días en el campo base instalado a 3.400 metros de altitud, les ha valido a Alberto Iñurrategi, Juan Vallejo y Mikel Zabalza para comenzar a preparar lo que será su segundo intento a la cima del Paiju Peak. El pasado miércoles 2 de julio partieron para iniciar una primera fase de aclimatación en altura, que concluirá con la instalación del Campo 1 a 5.100 metros y el descenso al Campo Base el próximo viernes, 4 de julio.
Durante estos días, y tras haber transportado diversas cargas hasta un depósito situado a 4.400 metros, los tres alpinistas deberán superar una dura e incómoda pedrera de 1.800 metros de desnivel cargados con buena parte del material necesario para el ataque definitivo a la cumbre del Paiju Peak (6.610 metros).
Un viaje bastante accidentado
Una aventura no sería tal si no tuviese situaciones imprevisibles, y la expedición WOPeak se las encontró nada más poner el pie en el aeropuerto de la capital pakistaní. Ya desde el primer día el espíritu de Alberto Iñurrategi y compañía fue puesto a prueba debido a que las malas condiciones meteorológicas obligaron a suspender los vuelos entre Islamabad y Skardu, lo que hizo que la expedición WOPeak tuviera que hacer los 638 kilómetros que separan ambas ciudades por carretera, con el consiguiente retraso en el plan previsto.
Una vez en Skardu, la expedición recogió el material enviado desde Bilbao y realizaron algunas compras para su avituallamiento antes de emprender camino hacia el campo base del Paiju Peak.
Desde Askole hasta el campo base del Paiju
El pequeño pueblo de Askole, en la más remota región del Karakórum, es la puerta de entrada a 4 de las 14 montañas más altas del planeta, conocidas como ochomiles. Junto al K2, Broad Peak, los Gasherbrum, los siete miles como el Chogolisa o el Masherbrum, una montaña casi desconocida y ”soberbia”, de 6.610 metros de altitud, que llaman Paiju Peak espera a Iñurrategi, Vallejo y Zabalza, por lo que emprenden un viaje de 80 kilómetros y 8 horas en Jeep y dos días de marcha hasta el Campo Base. “Aunque nos fuimos hace 11 meses, la sensación de los tres al llegar ha sido que hacía muy pocos días que nos acabábamos de ir” comenta Mikel Zabalza, “ahora nos toca la parte más dura y desagradable de la expedición: portear todo el equipo hasta el pie de la pared e ir aclimatándonos poco a poco, así que estos días nos dedicaremos a subir cargas y a aclimatar el organismo a la altitud”, añade.
No hay tiempo para el descanso
El friend de Ternua Alberto Iñurrategi y sus inseparables compañeros de cordada saben que no hay tiempo que perder, que el tiempo siempre corre en su contra y que los 45 días que se han puesto de límite para culminar su gesta no son demasiados ante un reto como el que pretenden superar.
Les espera una mole vertical de más de 6000 metros, un terreno final desconocido hasta la fecha en el que deberán permanecer más de 10 días prácticamente colgados de la pared y el riesgo de unas condiciones climatológicas cambiantes. Será entonces, cuando tomen la decisión final, si buscan hollar la cima o, definitivamente, renuncian a ella.
Pero esa es otra historia que está por escribir.
Continuará…