Un artículo de Sebastian Alvaro, periodista, escritor, aventurero y friend de Ternua.

Al norte de la provincia de Madrid, surge una crestería muy visible desde la carretera que une Madrid con Burgos e Irun, en las estribaciones orientales de la Sierra de Guadarrama, como desgajado de ella y con carácter propio. Es la Sierra de la Cabrera, un conjunto de peñascos graníticos que se muestran desafiantes al visitante, y que desde hace tiempo es un rincón de escaladores y senderistas que gozan de la gran Naturaleza. Destacan en el conjunto dos picos muy atractivos, el Pico de la Miel (1384 metros) y Cancho Gordo (1564 mts), a pesar de sus altitudes menores respecto a las grandes montañas del Guadarrama. Es un lugar al que personalmente tengo mucho cariño, pues aquí nació el impulso que me llevó a convertirme en realizador de documentales. A finales de los años setenta un revolucionario escalador madrileño, Manuel Martínez “Musgaño”, abriría en este conjunto de agujas y roquedales una vía de escalada, que bautizaría con el nombre de Metamorfosis, considerada la primera de VIIº abierta en España. Musgaño me animaría a filmarle y a dar forma al primer documental de montaña que realicé y que sería el primero de los más de trescientos que hice en los siguientes treinta años. Manolo Martínez fallecería poco después en los Alpes, pero su memoria se encuentra detenida en esa vía, considerada hoy en día una de las más clásicas y un símbolo de la naciente pujanza del alpinismo español de los años ochenta.

Muchos fines de semana se pueden observar desde el pueblo de la Cabrera, incluso desde la carretera, las figuras de los escaladores colgados en las paredes y recorriendo como lagartijas las diferentes vías que surcan el Pico de la Miel. Pero también muchos senderistas recorren uno de los caminos más transitados y bellos de la Cabrera, un paseo ideal para hacer en una mañana y terminar visitando el convento de San Antonio y comiendo en uno de los varios restaurantes del pueblo.

El coche se puede dejar cerca del colegio nacional que se encuentra en la salida del pueblo. Es visible porque siempre suele haber coches aparcados de jóvenes escaladores que suelen pasar el fin de semana escalando. Desde el mismo aparcamiento sale un camino que lleva a la base del Pico de la Miel, prácticamente al comienzo de la ruta más conocida del Pico, “el espolón de Manolín”.  Sin embargo se rodea por la zona oriental y se comienza a ascender por un callejón muy marcado. Como a mitad del mismo se encuentra taponado por un peñasco que hay que dar un paso de escalada no muy complicado, aunque también suele haber unas piedras amontonadas que permiten salvarlo. Se continúa por el sendero hasta llegar a las lajas de granito que nos permitirán ascender a la cumbre del Pico de la Miel por su vertiente norte. Conviene estar atento si ha llovido o el granito está húmedo porque puede ser muy resbaladizo.

Desde este punto, y siempre por la vertiente norte, seguiremos un camino muy marcado y generalmente frecuentado que recorre toda la crestería de la Sierra. Es un itinerario muy cómodo, no demasiado largo y en el que podemos encontrar una buena muestra de la vegetación serrana: matorrales de jara, encinas, enebros, pinos y berciales. Por su aislamiento del cordal principal y más alto de Guadarrama es un sendero que nos permitirá gozar del misterioso atractivo de la Sierra de la Cabrera, más pequeña sin duda, pero una joya entre el Lozoya y el Jarama, antiguamente las aguas más preciadas de Madrid. Siguiendo el sendero en dirección Este terminaremos en Cancho Gordo, donde se obtiene una panorámica de 360º que llega desde Somosierra a Morcuera y Madrid.

Para rematar la jornada descenderemos por un callejón (algo arenoso y resbaladizo) que nos deposita en el convento de San Antonio, una reliquia religiosa que ni siquiera muchos madrileños conocen. El primitivo convento, fundado y construido por benedictinos, se remonta a finales del siglo XI y quedan restos de su antigua iglesia. Luego en 1304 los franciscanos levantaron otro convento que adquirió gran fama intelectual y por eso fue ampliado hasta el siglo XVII. En el lugar durmieron reyes castellanos como Juan II y Enrique IV, y también el Cardenal Cisneros que le tomó tanto aprecio al lugar que aquí mandó enterrar a su padre. Se utilizó como cárcel para encerrar a héroes de la Guerra de la Independencia por el tiránico Fernando VII. Y poco más tarde fue habilitado por la familia del pintor Francisco Goya… En resumen, un remanso de paz al pie de peñascos que sirvieron de cantera para levantar los muros dentro de los cuales duerme buena parte de nuestra Historia. Caminata, arte, cultura y gastronomía. Una buena forma de pasar el día.

PD: Como en el resto de las caminatas es obligatorio preservar la belleza y el silencio del lugar, no dejar más huella en el lugar del que dejen nuestros pasos.

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