Riesgos y precauciones en la montaña invernal
Acabamos de estrenar la estación invernal, aunque es bien cierto que, al final del pasado otoño, ya se dieron en nuestras montañas condiciones y temperaturas propias de la montaña invernal. Hasta hace poco con la llegada del invierno la norma habitual era no acudir a la alta montaña y limitar nuestras actividades a las montañas próximas con menor altura y, supuestamente, con menor riesgo objetivo; pero esto ya no es así: los nuevos materiales, la mejor preparación física y técnica, la información en redes sociales sobre los objetivos previstos, la precisión en la información meteorológica, facilitan el acceso de un mayor número de personas a la montaña invernal. Pero, a pesar de todos estos avances personales y materiales ¿todos los que acuden a la montaña en invierno asumen los riesgos propios de las condiciones que en ella se dan y adoptan las precauciones necesarias?
No siempre. Así lo atestiguan los accidentes que se producen en estas fechas y que en la mayoría de los casos, se deben al exceso de confianza, a la errónea información y al equipamiento poco adecuado.
Precauciones ante la montaña invernal
1º.- Hay que asumir que la montaña no se mueve y que, cuando las condiciones no son óptimas debemos renunciar a la actividad prevista o cambiar de planes; debemos tener muy en cuenta que las horas de luz en invierno son menores y que, cuando el sol se pone, bajan la temperatura de forma muy brusca, por lo que optar por una retirada a tiempo es lo más aconsejable.
2º.- Tener muy presente la meteorología prevista (hoy en día todos tenemos a nuestro alcance muy buenas previsiones): si las previsiones no son las idóneas, no tengamos ninguna duda y cambiemos la fecha de la actividad a realizar; si por casualidad nos sorprende un cambio repentino de tiempo; viento o niebla, sin dudarlo renunciar a la actividad, darnos la vuelta o buscar refugio, no merece la pena arriesgarse, ya que a la montaña vamos a disfrutar.
3º.- Si nuestra actividad se va a desarrollar en zonas altas donde la presencia de la nieve está asegurada, consultar los partes nivológicos antes de iniciar nuestra actividad. Considero muy valioso tener ciertos conocimientos sobre la nieve antes de adentrase en la montaña invernal: tipo de nieve, cohesión entre sus capas, posibilidades de avalanchas.
4º.- Mucha precaución con las avalanchas y saber cómo comportarse ante este fenómeno natural: ante todo la obligada consulta a los partes del riesgo de avalanchas. Por suerte para todos los usuarios de la montaña ya se emiten cada día estos partes y adaptados a diferentes zonas o macizos. Los profesionales que realizan este tipo de trabajos lo realizan muy a conciencia y sus valoraciones siempre deben ser tenidas en cuenta. El parte riesgo de avalanchas se mide mediante una escala del 1 a 5. Los niveles 1 y 2 de riesgo, (débil y limitado), son adecuados para realizar actividades en montaña siempre que conozcamos el terreno por donde nos moveremos y las zonas por donde podremos evitar los riesgos durante nuestra marcha. El riesgo 3 (notable) ya es un nivel a considerar como peligroso (no en vano supera el 50% de la escala de riesgo y las estadísticas nos indican que la mayoría de los accidentes por avalanchas se producen con riesgo 3 notable). Creo sin dudar que es a partir del riesgo 3 (notable) cuando realizar actividades en montaña se convierte en imprudencia.
5º.- Utilizar siempre un equipamiento personal adecuado a la época y actividad a realizar; considerar que con la altura la temperatura disminuye, la acumulación de nieve hace que tengamos sensaciones de pérdida de temperatura. Por eso cualquier incidencia o retraso, si no llevamos un equipamiento personal adecuado, puede ponernos en una situación comprometida. Por tanto llevemos siempre un buena ropa térmica e impermeable cuando acudamos a la montaña en época o condiciones invernales.
6º.- Llevar otros materiales necesarios: piolet, crampones, bastones y no ser perezosos a la hora de utilizarlos, (el comentario recogido de “ya me pondré los crampones más arriba”, ha ocasionado muchos accidentes); por supuesto que debemos de usar con soltura estos materiales, porque no conocer su modo de utilización puede llevar a incidencias y a accidentes. Si nuestra actividad se va a desarrollar en zonas con nieve muy blanda, las raquetas serán unas buenas aliadas, pero en pendientes fuertes o heladas no es recomendable su utilización. El gran aliado de los que se adentran en la montaña invernal son los esquís de montaña, con cuyo uso se alcanzan grandes objetivos, pero para su utilización se necesitan unos conocimientos muy avanzados que trataremos en otra ocasión.
Cuando acudamos a la montaña en cualquier época, pero con mayor rigor en época invernal, no deberemos olvidar nunca informar de a dónde y por dónde vamos, y, por supuesto evitar acudir a la montaña solo.