Primer descenso íntegro del río Karnali, en Nepal, por Mikel Sarasola
A nuestro Friend Mikel Sarasola lo hemos visto recorrer medio mundo a lomos de su piragua. No hay más que echar un vistazo a su canal de Youtube para verlo palear en algún país lejano, descendiendo ríos salvajes con la aparente facilidad con la que los demás montamos en bicicleta por la ciudad.
Uno de esos ríos, uno muy especial para él, es el Karnali. Se trata del curso de agua más largo de Nepal y de uno de los cuatro ríos sagrados que nacen en el monte Kailash. El año pasado, acuciado por las noticias que hablaban de un proyecto de represado que destruiría gran parte de su curso, Mikel pudo cumplir su largamente acariciado sueño de completar el descenso completo del río. Lo hizo acompañado de Aniol Serrasolses, Todd Wells y Surjan Tamang, y fue la primera vez que alguien lo conseguía. Quién sabe si terminará siendo, también, la única.
De aquel descenso nació un documental, Las lágrimas de Shiva, que os dejamos al final de este artículo. Pero antes, hablamos con Mikel sobre aquella experiencia, sobre aventuras en lugares remotos y sobre desarrollo cimentado en la destrucción del entorno.
En el documental oímos que tú llevabas años detrás del Karnali ¿Cómo se materializó finalmente la expedición? ¿Cómo acabáis Aniol Serrasolses, Todd Wells, Surjan Tamang y tú en esta aventura?
Cuando yo empiezo a hacer expediciones en kayak, llega a mis manos la guía de kayak de Nepal, una guía que reseña la gran mayoría de ríos del país que se habían remado hasta la fecha. En Nepal, el mundo del kayak de aguas bravas tiene una larga historia de expediciones, que ya han abierto todos los ríos más importantes del país y explorado incluso las regiones más remotas. Entre todos los ríos, el Karnali es el más largo y caudaloso, cruza el país de norte a sur, desde el Tíbet hasta la frontera con Nepal. En una reseña, uno de mis referentes del mundo de la aventura, el americano Charlie Munsey, describía la parte alta de este río como el más extremo, peligroso y difícil que ellos habían descendido en el país, e incluso igual en el mundo. Llegaba a tal punto su dificultad, que el que había sido uno de los grupos de kayakistas más fuertes de la generación anterior a la nuestra, tuvo que caminar gran parte de esa parte alta, sin poder completar el descenso, que había quedado inexplorado en aquella expedición de 1999.
Aquel relato había quedado marcado en mi mente. ¿Qué debía de haber ahí arriba para que aquel grupo lo describiera de aquella forma y para que ningún grupo más se hubiera acercado nunca después?
En 2015 hice mi primer viaje a Nepal, con tres amigos del Pirineo, con idea de, primero hacer varios descensos por el país y terminar descendiendo el Karnali. Sabía que era un objetivo un tanto ambicioso, teniendo en cuenta que aún no estaba familiarizado con lo que implica hacer una expedición en Nepal, pero mi amigo Mino tenía experiencia de sobra y esperaba aprender rápido de él.
Aquella vez el país estaba sumido en el caos, pues unos meses antes un terremoto asoló el país, lo que dificultó de sobremanera nuestra empresa. Además, el país estaba falto de recursos y el combustible escaseaba a causa de un conflicto con la India, lo que nos imposibilitó tomar una avioneta para volar hasta el inicio del Karnali. Llegamos por tierra, caminando 100km por un tortuoso terreno hasta donde nos hubiera dejado la avioneta, pero nuestras energías y el tiempo no nos dieron para llegar más arriba. Además, en aquella ocasión el equipo no era, probablemente, lo suficientemente fuerte como para acometer esa parte alta, por lo que quedó para el futuro, esperando a que pudiera volver en otras condiciones y un equipo más fuerte.
En 2018 me enteré de que había un plan de represar el Karnali, construyendo la que sería la presa más grande del país, que destruiría gran parte del río para siempre. Tenía que volver antes de que eso pasara y remar todo el río completo, hacer su único descenso completo antes de que desapareciera, y además sentía que debía contar su historia, poner en alerta al mundo sobre el sacrilegio que estaba a punto de cometerse en el río Sagrado de Nepal. Las cosas así, pude juntar un buen equipo, con algunos de los mejores kayakistas del mundo que también soñaban con enfrentarse al que se decía era el río más difícil de Nepal.
Si esos planes de represar el río salen adelante, vosotros podríais haber sido los últimos en descenderlo. ¿Qué se siente ante algo así?
Si al final la presa se construye podríamos ser los primeros y últimos en haber completado su descenso. Sería algo extraño, ya que para nuestra comunidad es uno de los ríos míticos, y ha habido mucho misticismo en torno a él, por ser uno de los cuatro ríos sagrados y por lo que Munsey escribió en su guía. Diría que el que nosotros volviéramos y descendiéramos todo el río enseña que nuestra generación está más preparada para acometer estos descensos, porque tanto el material como la técnica ha mejorado mucho, y somos capaces de remar mucho más rápido y ligero. Esto puede motivar a otros grupos a volver, pero si la presa finalmente se hace, no será posible. Sinceramente es algo que apena, porque me gustaría que otros disfrutaran de un lugar tan mágico como ese, igual que pudimos hacerlo nosotros. Lamentablemente todo cambia demasiado rápido en este mundo, y normalmente los humanos tenemos responsabilidad directa en ello.
La construcción de infraestructuras no es lo único que amenaza los ríos. El cambio climático también se está dejando notar. ¿Cómo crees que cambiará este deporte en los próximos años?
Es un deporte que se practica en la naturaleza, y todo cambio que afecte al medio natural nos afecta directamente. Los ríos son, además, muy sensibles al tipo de cambios que se están produciendo, ya que dependen de la precipitación o la temperatura. Si estas cambian, el río cambia.
Ahora mismo estamos notando un cambio evidente en los ríos de todo el mundo. Hay lugares donde los glaciares se están deshelando más rápido que nunca dando lugar a la aparición de unos ríos por el retroceso de un glaciar, o a la desaparición de otros ríos a medida que estos glaciares desaparecen. En lugares históricamente de mucha precipitación está habiendo sequías poco usuales y tormentas que hacen desbordar los ríos inundando lugares que antes raramente se inundaban.
Este es nuestro día a día, cada lugar tiene su particularidad y está siendo afectada de diferente manera, pero los que hemos remado en muchos lugares y conocemos lo que era “normal” somos capaces de sentir los cambios y de verlos con nuestros propios ojos.
Esta tendencia me hace pensar que, probablemente, el kayak de aguas bravas tenderá a desaparecer en la península por falta de precipitación y caudales insuficientes para remar a lo largo de todo el año. Ojalá me equivoque.
En el documental se hace un llamamiento a salvar el Karnali del embalse. Hace unos años, en nuestro país, hubo polémica similar por unos planes de embalsar el Río Gállego. ¿Qué impacto tienen estas infraestructuras para los lugares en las que se construyen?
Pues cada presa afecta de particular manera a cada lugar. En el Gállego, entre otras cosas, hoy en día hay toda una industria en torno al río y los deportes de aventura, un embalse haría peligrar esta industria, de la que se nutre todo el valle y el entorno.
Pero como principio, una gran presa es una barrera no natural en un río. Hace que un ecosistema se parta en dos, aislando su parte alta de la baja y secando gran parte del recorrido. Los sedimentos que trae el río no nutren a las especies que habitan la parte inferior, alterando el ecosistema y matando a muchas de las especies. Las macropresas cortan también el flujo de los peces que suben a desovar a sus partes altas creando una barrera infranqueable.
En el caso del Karnali, sus aguas nutren unas tierras bajas muy ricas en fauna y flora muy particulares y únicas en el mundo. El delfín del Ganges, el golden masheer, tigres, rinocerontes, cocodrilos… Son especies que viven en las llanuras creadas de los sedimentos del Karnali, y si la represa finalmente se construyera todo este ecosistema se vería gravemente afectado. Creo que todo ello se explica bien en la película.
El valle del Karnali es un lugar muy remoto ¿Cómo es el día a día de una expedición así? ¿Cuánta gente vais? ¿Con qué medios contáis?
Las expediciones en kayak son muy similares en todos los lugares del mundo. Normalmente somos totalmente autosuficientes, cargamos con todo lo necesario encima para los días que haga falta. Lo especial de este lugar es que el descenso duraba 10 días, y es imposible cargar con comida para tantos días dentro de unos kayaks tan pequeños. Diría que es una de las expediciones de aguas bravas de clase 5 (la dificultad más difícil) más largas que hay en el mundo, y esto implica comer poco y guardar mucho. Lo bueno es que el Karnali está muy habitado, hay muchas aldeas en donde poder comprar algo de arroz o pedir un Dal Bhat, arroz con lentejas, o lo que tengan, por lo que te ahorras cargar con demasiadas cosas. Aun así, a veces el río recorre cañones tan profundos que puedes pasarte varios días sin toparte con una aldea.
Dormimos en la orilla del río y cocinamos con la leña de la orilla o con un hornillo cuando falta madera (en las partes altas). En esta época en Nepal no suele llover mucho, así que prescindimos de la tienda de campaña para ir más ligeros, y llevamos una lona bajo la que resguardarnos cuando llueve y para evitar la escarcha en zonas húmedas.
¿Qué respaldo tenéis en caso de accidente?
En caso de accidente el respaldo son los compañeros. Es imposible que nadie pueda acercarse a ayudar en estas zonas en un tiempo razonable, hay pocos helicópteros, están muy solicitados y están muy lejos. Cada uno de nosotros lleva una cuerda de rescate con la que ayudar a un compañero que salga nadando y traerlo a la orilla, y luego llevamos botiquines con las cosas necesarias para salvar urgencias. Tener vías de escape estudiadas y saber dónde se encuentran las aldeas habitadas siempre puede ayudar en caso de problemas.
Por eso es tan importante el equipo. Compañeros experimentados siempre implican menos riesgo de accidente y más seguridad en caso de un rescate. Por suerte, nunca hemos tenido un susto tan grave como para tener que pedir ayuda, pero tenemos claro que tenemos que ser capaces de valernos por nosotros mismos, y para eso nos preparamos.
¿Hubo en este descenso alguna situación especialmente comprometida?
No diría que pasara nada fuera de lo normal. Algún susto con compañeros atascados en rocas, que pudimos solventar bien, pero poco más. Además, conseguimos evitar la intoxicación por el agua, que era el mayor riesgo. Al ser una zona con tantos poblados y que viven en situación tan precaria, el río es el destino de todo tipo de basuras y excrementos, y en las partes bajas el agua está muy contaminada. Nosotros estamos obligados a beber de ahí, por lo que llevamos filtros para potabilizar el agua, y hervimos todo lo que cocinamos con agua. En otras ocasiones hemos tenido problemas con esto, pero esta vez pudimos librarlo.
¿Qué te traes de estos viajes? ¿Qué es aquello que recuerdas con más cariño cuando vuelves a casa?
Diría que, más que con el río, normalmente me quedo con pequeños detalles que suelen tener que ver con el paisaje, la gente, la fauna y el equipo. Es algo que varía en cada uno de los destinos.
El río es el objetivo final, pero es donde más cómodos nos sentimos y con lo que más familiarizados estamos. Para que un río nos sorprenda sobremanera, tiene que ser muy especial.
Normalmente no eres consciente de lo que te llevas de un lugar hasta que ha pasado un tiempo y miras aquella aventura con perspectiva. En Nepal diría que lo que más me cautiva es su gente. Parece que el lugar te transporte al pasado, es un lugar donde los lujos brillan por su ausencia, donde se vive al día y donde el futuro generalmente no es una preocupación. Eso hace que las personas vivan a otro ritmo, con otra energía, más centrados en lo que les ofrece el presente, y en ese presente el tiempo se para para ellos cuando aparecemos nosotros por el río. Y eso es especial. El trato es único, muy alejado de cómo nos relacionamos en occidente. A mi eso me parece cautivador y muy enriquecedor.
El Karnali es uno de los cuatro ríos sagrados que nacen en el Kailash. Los cuatro son casi un santo grial para los piragüistas profesionales. ¿Volverás para intentar algún otro?
De esos cuatro ríos sagrados ya he remado el Indo (Pakistán) y el Karnali. El Sutlej ya está represado y no es muy interesante para el kayak, y el Yarlung Tsangpó, que es el mayor sueño que me queda por cumplir, está en una zona de el Tíbet con el acceso prohibido para occidentales (algo traman los chinos por allí), así que está muy complicado. Ojalá pueda descenderlo algún día, pero mientras tanto me centro en otros rincones del mundo donde aún quedan ríos que explorar, que cada vez son menos y más inaccesibles, cosa que a la vez los hace más atractivos.