Navegando en velero por el Ártico: crónica de un viaje a Svalbard (Noruega)
Parece otro mundo. Mar, nieve, playas heladas, montañas, naturaleza en estado puro. "Desde Longyearbyen en el 78ºN avanzamos un grado más dirección norte en medio de impresionantes paisajes helados de fiordos, montañas y playas heladas, donde el color no existe, todo es blanco y negro". A falta de poder movernos con libertad y viajar, hoy viajamos con la imaginación hasta Svalbard, lejanas y norteñas islas noruegas, para hacer algo diferente, muy diferente, navegar en velero por el mar Ártico. Y lo hacemos de la mano del periodista Juan Manuel Sotillos. Nosotros llevamos meses soñando con nuevas aventuras y paisajes para descubrir. ¡Estamos seguros que este viaje se va a convertir en uno de tus próximos destinos cuando todo vuelva a la normalidad!
Navegando en velero por el Ártico: crónica de un viaje a Svalbard (Noruega)
Un artículo del periodista Juan Manuel Sotillos.
Volvía con este viaje a Svalbard, islas pertenecientes a Noruega, una vez más al Ártico, quizás, como he dicho siempre, por esa atracción que producen los polos, en este caso el norte. Y regresaba también a Svalbard después de ocho años en que realicé un espectacular travesía en esquís entre grandes valles y fiordos, por algunas zonas del mar Ártico, que hoy, a buen seguro, ya no se podría hacer porque el mar se deshiela y los glaciares están en una constante regresión.
Pero esta vez volvíamos a aquellas lejanas y norteñas islas noruegas para hacer algo diferente, muy diferente. Íbamos a navegar en velero por el mar Ártico embarcando en Longyearbyen. Estas islas se encuentran a algo más de siete horas de vuelo desde Donostia haciendo el trayecto que hicimos nosotros: SS-Madrid-Oslo-Tromso-Longyearbyen, con Iberia, Norwegian y SAS.
Rumbo norte
Una nutrida representación europea embarcamos en Longyearbyen en el flamante velero Noorderlicht, de 46 metros de eslora, junto a la tripulación holandesa compuesta por el capitán Floris de Waard, su pareja, la gran chef Mariëlle van Twillert; el primero de a bordo Robert Wolting, el segundo Aries Groenveld y nuestra guía en los desembarcos para realizar las excursiones en tierra, Sarah Gerats. No pudimos subir hasta Magdalefjord, cerca del grado 80ºN, porque así lo aconsejaba nuestro capitán Floris. Por lo tanto nos quedamos a la altura de Haakon VII Land, en Fjortende Julibreen por encima del grado 79ºN, navegando durante toda la noche.
El primer desembarco lo hicimos en este fiordo visitan un espectacular glaciar. Compartimos paseo con una foca que nos observaba curiosa desde el agua. Fue el objetivo de nuestras cámaras, además evidentemente de fotografiar el maravilloso paisaje en blanco de la nieve, negro de las rocas y azul de ese hielo transparente…, que estábamos contemplando.
Después de llegar nuevamente al barco con nuestra zodiak, emprendemos una navegación hacia otra bahía donde tras echar el ancla desembarcamos en la denominada Camp Zoe. Una zona de montañas esbeltas donde hay una cabaña equipada para cualquier eventualidad que se presente a posibles excursionistas. Seguimos andando por la nieve y el hielo ascendiendo a un collado y a través de un paso entre montañas, con unas vistas espectaculares, avistando varios renos buscando debajo de la nieve la tundra para poder comer algo, llegamos a otro punto a donde el barco se ha desplazado. Estamos ahora en Tinayrebukta. Tras ver un impresionante glaciar descendemos hacia el barco donde volveremos a pasar la noche.
Conferencias
En el transcurso de la semana que duró la travesía naviera ártica dos magistrales conferencias tuvimos antes de dormir. Una relacionada con algo que querían ver todos mis compañeros de aventura, un oso polar, y que yo, por mi experiencia negativa que tuve en Groenlandia con uno de ellos, no quería verlos, al menos en tierra. Si se hubiera podido ver alguno, que no fue así, me hubiera gustado verlo desde los candeleros o baranda del barco. En lugar de verlos físicamente in-situ, nos tuvimos que conformar con una proyección de osos polares.
Otra noche, Floris, el capitán del barco y propietario del mismo junto a la chef Mariëlle, nos explicó la procedencia del barco en el que íbamos, con una magistral exposición de lo que fue y es ahora el Noorderlicht, un barco de 46 metros de eslora construido en 1910 en Flensburg (Alemania) con tres mástiles. En 1991 los propietarios, de Holanda, tuvieron que adaptarlo a las exigencias holandesas, pasando a ser una goleta de dos mástiles.
Más osos que habitantes
La población de Svalbard no llega a tres mil habitantes y se calcula que viven en el archipiélago noruego una colona de unos 3.500 osos polares. El cambio climatológico está influyendo enormemente en su subsistencia. Los desembarcos nos obligan a llevar rifle por lo que pueda pasar. Es una norma escrita por la ley y hay que llevar arma obligatoriamente.
Afortunadamente en tierra, durante los desembarcos, no vimos ningún oso. No me hubiera gustado tener que intimidarle en su propio habitat. Lo que sí quería verlos era desde la cubierta del barco, pero con mucha pena tampoco vimos ninguno de estos grandes mamíferos. Ciertamente no son fáciles de ver, sin embargo en nuestros desembarcos vimos renos, zorros, focas, una gran morsa, perdices nivales, e infinidad de diferentes especies de aves.
Vestigios balleneros
Visitamos en nuestros desembarcos diferentes playas de nieve y hielo, antiguos asentamientos balleneros, pudiendo ver alguna embarcación varada y refugios de madera.
Desembarcamos en maravillosos lugares como Ebeitofthamna , Buchananisen, el fiordo de St. Jhons, las impresionantes montañas de Trygghamna Alkhornet._También hicimos excursiones con raquetas por Borbukta con un impresionante paisaje. Vivimos momentos de ventisca, dándonos la oportunidad de hacer espectaculares imágenes. Estuvimos también en Skansburta y Gipsvika.
Un gran viaje navegando por el Ártico, y en tierra caminando por montañas y lugares increíbles. Un viaje con paisajes espectaculares que sin duda le dejará helado...
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