Mindfulness y naturaleza
¿Qué es esto de la atención plena?
Mindfulness lo traducimos al castellano como atención plena o atención consciente. Es la habilidad de ser consciente, de la experiencia presente, con aceptación. Esta habilidad se desarrolla con las prácticas de mindfulness. Hay tres tipos de prácticas.
- Prácticas de focalización o concentración. Nos entrenamos en mantener enfocada la atención.
- Prácticas de atención abierta. Practicamos el estar atentos a todo lo que va surgiendo dentro de nosotros y fuera de nosotros, sin reaccionar a los pensamientos, sensaciones, emociones, sonidos… observando con ecuanimidad y aceptación.
- Prácticas de amabilidad compasiva. Se desarrollan estas actitudes hacia nosotros/as mismos/as y las extendemos luego a todo lo demás.
Estas prácticas nos ayudan a aliviar el sufrimiento que produce identificarnos con nuestros pensamientos y emociones. Aprendemos a calmar nuestra mente y a gestionar nuestras emociones.
¿Por qué el título de mindfulness y naturaleza?
Porque el practicar mindfulness en la naturaleza nos aporta los beneficios de la atención plena y los beneficios de estar en un ambiente sanador como es la naturaleza. Podemos estar en la naturaleza en modelo mental piloto automático (interpretando, juzgando, comparando, etiquetando, valorando…) con el sufrimiento que eso conlleva o podemos estar presentes en el aquí ahora, con una actitud de amable aceptación.
Se trata de que salgamos de nuestros pensamientos. ¿Cómo? Observando nuestra respiración, notando nuestro cuerpo, contemplando nuestro entorno, escuchando los sonidos, percibiendo los olores, los colores, las formas…
“Todo en la naturaleza –cada flor, árbol, y animal- tiene importantes lecciones que enseñarnos…” ECKHART TOLLE
Podemos poner la intención de estar en la naturaleza, de una forma consciente, por lo menos unos minutos. Para ello es importante estar en silencio.
“La naturaleza puede llevarte a la quietud. Ese es su regalo para ti” ECKHART TOLLE
Prácticas de mindfulness que podemos hacer en la naturaleza.
Atención consciente a la respiración
Nos sentamos en un lugar seguro, decidimos cuánto tiempo vamos a estar haciendo el ejercicio, ponemos la alarma del móvil y cerramos los ojos.
Intentamos llevar nuestra atención a la respiración, a observar como inhalamos y como exhalamos. Podemos observar nuestra respiración en las fosas nasales, en la zona del pecho, en el abdomen… No se tratra de modificar nuestra respiración; si no, de observarla. Si nuestra atención se va a un pensamiento, esto es completamente normal. Cuando seamos conscientes de que nos hemos distraído, volvemos a llevar nuestra atención a la respiración, sin hacernos ningún reproche. Con este ejercicio de focalización en la respiración, poco a poco vamos a calmar nuestra mente.
Ahora vamos a practicar un ejercicio de atención consciente a los sonidos.
Sentados/as y con los ojos cerrados vamos a llevar la atención a escuchar el entorno. No tratamos de etiquetar los sonidos, ni de que nos gusten y no centramos nuestra atención en ningún sonido en particular; nos limitamos a escuchar lo que nos llega. Dejamos que los sonidos vayan y vengan uno tras otro. Todos son bienvenidos. No tratamos de encontrar sonidos a nuestro alrededor. Dejamos que lleguen. Cuando observamos que nuestra atención se ha extraviado tras un pensamiento, cosa que inevitablemente sucederá, simplemente volvemos con suavidad y amabilidad a la tarea de escuchar.
Por último vamos a caminar en silencio intentado llevar la atención a nuestras sensaciones físicas y al entorno.
Prestamos atención a nuestra respiración, la observamos, notamos nuestras plantas de los pies, notamos nuestras piernas al caminar… observamos el entorno, sentimos el aire en la cara…
Detente, respira, observa, prosigue.
María Isabel Fernández.
Psicóloga especialista en Mindfulness y Desarrollo Personal.