El kayak como excusa para viajar 2; hacia el río Claro de Chile
Nuestro friend Mikel Sarasola nos cuenta su último viaje a Sudamérica para recorrer diferentes ríos en kayak. Después de pasar tres semanas en la tierra de los Incas, el viaje les llevó a Chile, una de las mecas mundiales del kayak.
En Chile nos juntamos con Aitor para cerrar el triángulo donostiarra. Aitor se debió de asustar un poco de las energías que traíamos Paulo y yo, estábamos ansiosos por remar (demasiado relax últimamente), y estábamos en el mejor sitio para ello.
Yo solo tenía diez días, pero tenía ganas de remar todo lo que pudiera de la zona. Nada de turismo esta vez, todo kayak. Me sentía como hace años atrás, ansioso por devorarlo todo, de remar todos esos rápidos que tantas veces había visto en vídeos y con los que tanto había soñado. Pero hay que tener cuidado con ese exceso de ganas, porque cuando hablamos de rápidos de esta dificultad esto se puede volver en tu contra, hay que tener las cosas claras cuando decides hacer algo y no dejarte llevar por el deseo y el ansia para no tener ningún susto que vayas a pagar caro. Hay que ser de sangre caliente, pero de mente fría.
Pero las cosas fueron bien, nos adaptamos rápido y en seguida fuimos cogiendo buenas sensaciones. Hicimos una lista de los ríos que queríamos remar y como los caudales acompañaron pudimos hacerlo casi todo. Comenzamos en Pucón donde remamos muchos de los clásicos y de allí fuimos subiendo hacia el norte, pasando por las cascadas Tomatita y Newen hasta llegar al río Claro, uno de nuestros grandes sueños desde que comenzamos en esto del kayak extremo.
Cuando un kayakista cierra los ojos y sueña con un río, normalmente ese río suele parecerse al Río Claro. Una sección de aguas bravas de gran calidad y lleno de saltos, rodeado de naturaleza y surcando impresionantes cañones.
Es por eso que no pudimos dejar pasar la oportunidad de acercarnos al Parque Nacional 7 Tazas para remar esta joya de la naturaleza, convertido en aquapark para kayakistas.
Pero lo que nos encontramos nada tenía que ver con aquel idílico aquapark que esperábamos. El río rugía con fuerza debido a las fuertes lluvias de los últimos días, algunos kayakistas que andaban por la zona se iban de allí porque al parecer el río iba demasiado alto. Meeeenudo bajón, era mi último día en Chile y el panorama no era nada halagüeño. ¿Sería verdad que tras tanto tanto conducir, haber engañado a Aitor y Paulo para dejar Pucón lleno de agua para subir aquí arriba (a ellos les quedaba más tiempo) nos íbamos a ir de vacío?
Por hacernos una idea del río fuimos a mirar la sección de 22 Saltos, que Paulo ya conocía del año pasado y no tenía tan mala pinta, así que decidimos probar con este tramo primero, que a priori era más sencillo que lo que venía abajo. Iba alto, pero nos suelen gustar así, más agua, más divertido (si todo sale bien).
Cuando salimos de esta sección nos invadió la duda de si seguir hacia la Garganta del Diablo, es el segundo y el más fuerte, y solo por el nombre ya impone. No teníamos muchas referencias sobre este tramo, más que es un clásico de la zona y que ya mucha gente lo había bajado antes. ¿Por qué iba a suponer un problema entonces? Más agua, mejor, así suele ser normalmente (nos queríamos convencer). Era la única oportunidad de probarlo y el trío estaba con ganas. P'adentro pues.
Y menos mal. Menudo tramo, menudo lugar y menudos rápidos...
El caracol es uno de los más famosos rápidos del mundo por su belleza estética. Un lugar mágico y una foto soñada. Pero esta vez nada tenía que ver con aquel idílico lugar soñado. El caudal alto del río hacía que el chorro del caracol terminara en tubo y que la normalmente tranquila poza de abajo fuera una marmita en ebullición en el que si te despistabas la fuerte corriente te estampaba contra la pared, cosa que rezas porque no pase.
No había manera de salir de allí más que por el río, así que decidimos olvidarnos de la foto e ir los tres seguidos, ya que no había opción de montar seguridad, y así en caso de que a alguno le pasara algo hubiera otros dos cerca para ayudarle. Nada más que un sueño, eso era un sálvese quien pueda.
Al final, gracias a… (al que toque) todo bien, después vino la vagina (sugerente nombre cuando además llevas un mes rodeado de hombres) y algún paso estrecho más donde además me dejé mi pala de regalo enganchada entre ambas paredes para los que vengan después. Así soy yo, todo generosidad.
Cuando al fin salimos del cañón no pudimos esconder nuestra alegría y relajación. No podemos decir que fuera el relajado descenso que esperábamos, pero sí que en adelante lo recordaremos en muchos sueños más.
Y fue salir del Claro y casi sin tiempo para despedirme estaba montado en un bus camino al aeropuerto. Todo terminaba, así deprisa, como sin tiempo para digerir los últimos días ya estaba de regreso a casa, dejaba la primavera para volver al frío otoño, a la rutina, al trabajo. Contento por lo vivido, feliz de volver de una pieza, pero con ganas de más, sin ganas de regresar.
Así son los viajes, al principio cuesta un poco adaptarse y cambiar el ritmo, y cuando sientes que ya las cosas fluyen de otra forma, que te has hecho al sitio y al tempo, alguien te da una bofetada en la cara para despertarte y te das cuenta de que, así, casi sin avisar, como si te lo hubieras imaginado todo, ha terminado.
Y la vuelta resulta aún más dura porque en los últimos días la comunidad kayakera hemos perdido a dos buenos amigos, a dos grandes compañeros. Ambos en el río, los dos en Nepal, haciendo lo que más amaban, siendo libres y viviendo sus aventuras, sus sueños.
Eso me mata por dentro, nos hace reflexionar. Las preguntas son lógicas, pero las respuestas son duras de asimilar. No nos gusta hablar de estas cosas, pero lamentablemente vemos que en nuestro entorno pasa más que en otros. Al final solo queda pensar que todos luchamos por vivir felices, haciendo lo que nos gusta y disfrutando de lo que hacemos, buscando la felicidad a nuestra particular manera. Parece que el mundo se encarga de recordarnos a cada poco tiempo que no estamos aquí para siempre, pero nos damos cuenta de que la vida puede ser más larga o más corta, y que al final no hay mayor suerte que vivirla como uno quiere.
En eso seguimos.
Vídeo del río claro: https://www.youtube.com/watch?v=RW8tkEU9n78&t=3s