Carlos Llerandi detrás de las cámaras
La vida de un cámara de montaña implica muchos viajes así como también el privilegio de asistir a hitos importantes. Pero a su vez es una experiencia sin descanso, tienen que recargar las pilas antes de cada expedición y sumarle a su mochila el peso de los equipos fotográficos y la presión de capturar buenos momentos y escenarios.
Estamos acostumbrados a escuchar a aquellos que son protagonistas frente a las cámaras, por eso hoy toca darle la vuelta para conocer la realidad que existe tras ellas. Carlos Llerandi, uno de nuestros friends, es un joven de 24 años de raíces asturianas que ha logrado integrar y compaginar a la perfección sus dos pasiones: la fotografía y la montaña, a su vida.
¿Cómo fueron tus inicios? ¿Qué fue primero, tu pasión por la montaña o tu pasión por la fotografía?
En mi casa siempre hemos hecho mucho deporte; mi padre, por ejemplo, es piragüista. Vivimos en un pueblo de Asturias cerca del monte, de Picos de Europa por lo que gustándonos hacer actividad, esa pasión fue una evolución natural. Nuestros padres nos llevaban mucho al monte y de pequeño hice de todo. Con 13 años entré en la Selección Asturiana de Montaña y entonces empecé a competir mucho. Más tarde, con 20 años se me pasó esa motivación por competir y derivó en hacer más alpinismo y escalada.
Casi al mismo tiempo, con 10 años, mis padres me regalaron una cámara de fotos súper básica. Empecé a hacer fotos en las carreras de piragüismo de mi padre, en las carreras en las que yo competía…y poco a poco fui creciendo hasta que en el 2016 tuve la suerte de estar en la meta de la maratón Zegama-Aizkorri, de hacer la foto a Kilian Jornet cuando ganaba y de que Kilian la publicara. Fue un boom y me empezaron a conocer por hacer fotos. Desde ahí, fui cada vez profesionalizándolo más y con 18 ya podía vivir de ello.
¿Tuviste algún referente en estos ámbitos?
Recuerdo que cuando era muy pequeño vino Iñaki Ochoa de Olza a las Jornadas de Montaña de mi pueblo (Infiesto) y me acuerdo de estar viéndolo. Al año siguiente, el año en el que murió, me acuerdo de que cuando iba con mi padre en coche al colegio bajábamos escuchando en la radio cómo iba el rescate. Eso es algo que me marcó. Por otro lado, cuando empecé a competir, Kilian siempre fue el que me marcó el estilo de alpinismo rápido.
Como fotógrafos, diría que Sébastien Montaz, porque era el que hacía lo mismo que Kilian pero con una cámara en la mano y Jimmy Chin: cámara, fotográfo, alpinista, etc.
¿Qué es lo más gratificante de tu trabajo? ¿Y lo más duro?
Lo más gratificante sin ninguna duda es viajar y trabajar para vivir y no vivir para trabajar. Me gusta saber que ahora me marcho un tiempo lejos de mi chica, mi familia y de mis amigos y que al volver voy a poder tener tiempo para estar con ellos.
Lo más duro son esos días en los que estás lejos y te sientes solo.
¿Cuál ha sido tu mejor experiencia? Cuéntanos alguna que recuerdes con un cariño especial.
Una de ellas es la primera vez que llegué a la cima del Mont Blanc con Alexis Ferrera (mi amigo y compañero de escalada). Era nuestra primera vez en Alpes y nunca habíamos estado en la cima del Mont Blanc. Llegamos a la cima por la vía de la Innominata y fue un momento único: los dos solos en la cima.
Otro momento, muy diferente al anterior, es cuando hace un par de años Mireia Miró me llamó y me preguntó: ¿Te irías con Kilian al Everest?
¿Cómo te preparas para una expedición?
No tengo un método mágico. Para el Everest hace dos años, por ejemplo, hice mucho monte. Pero como no sabía ni a dónde iba ni qué me iba a encontrar, no hice una buena preparación. Este año, sin embargo, como ya sabía lo que me encontraría los 3 meses antes de marchar, entrené mucho en bici de carretera. Una de las cosas con las que peor lo pasé hace dos años en el Everest fue no comer. Por eso, esta vez, entrené bastante en ayunas y disfruté mucho del monte.
Una vez allí, la primera semana, es importante aclimatar bien. Buscar sentirte bien a 4.000m y si a esa altura estás bien, entonces ya puedes plantearte tirar para arriba. Emocionalmente, despejar la cabeza, charlar con la gente local, etc. te ayuda a ver que el mundo es muy ancho y que no nos podemos cerrar a lo que tenemos delante.
¿En qué consiste uno de tus días de trabajo?
Aunque de lo que más se hable es del trabajo de cámara de altura, eso es lo que menos hago. Lo que más hago es estar delante del ordenador editando fotos y videos.
Los días de rodaje en altura, como comentaba, lo primero de todo es aclimatar. Una vez estás preparado, hay que esperar a tener buen tiempo y que sea lo más seguro posible subir. La mayoría del tiempo consiste en esperar.
En un trabajo como este, menos es más y todo suma. Por lo que, cuando vamos para arriba, si puedo llevar un solo objetivo y prescindir del micrófono, por ejemplo, mejor.
¿Qué crees que te diferencia?
Diría que la motivación por viajar y descubrir sitios nuevos. Y también ese punto de poder moverme en ambientes un poco más hostiles en el monte.
¿Qué consejo le darías a alguien que quiera seguir tus pasos?
Yo aprendí preguntando, preguntando y preguntando. Por eso, si tienes algún referente al lado, de cualquier ámbito: ¡No te cortes y pregunta!
¿Cuáles son tus próximos proyectos?
Ahora estoy disfrutando y trabajando con buenos amigos que viven cerca de casa. Y es así, sin querer y de una frase entre amigos con Aymar Navarro y Alexis, como surgió Check Project que intenta unir el alpinismo y el esquí de pendiente en el Valle de Arán. A pesar de que este año no ha sido el mejor en cuanto a nieve, pudimos grabar muchas cosas y estamos contentos. Esperamos que, si este invierno va bien, para finales del verano que viene (septiembre- octubre de 2022) podamos tener un buen proyecto: una buena película de 40-45 minutos que explique la unión del alpinismo y del esquí del pendiente en el Pirineo.
Otro de los proyectos que tengo entre ceja y ceja, es La Transpirenaica, pero dándole una vuelta de tuerca. Junto con Adriá Mártinez (mi socio, compañero de trabajo, alpinista y buen cámara) nos gustaría coger una bici, salir del Mediterráneo, ir parando en las mejores zonas del Pirineo para escalar y finalmente llegar al Cantábrico. Si todo va bien, el año que viene nos gustaría comenzar e intentar sacar un buen documental.