Alcanzando la cima del Dorje Lakpa (6966 metros) con Iker Madoz
A finales de septiembre nuestro friend Iker Madoz y El Equipo Español de Alpinismo partían hacia Nepal con muy poca información pero con la intención de escalar la cara sur del Dorje Lakpa (6966m), como os contamos en este post del blog. Tras casi un mes allí, el 25 de octubre hacían cumbre en este pico del Himalaya de Nepal. Una impresionante expedición que nos relata Iker Madoz.
Tras un primer e intenso verano trabajando de guía en la zona de Chamonix (Alpes Franceses), me encontraba a principios de septiembre descansando en el pueblo Le Tour cuando recibo una llamada de Mikel Zabalza: “Iker, nos han aprobado el presupuesto del equipo, salimos a final de septiembre a Nepal, ¿tú qué haces?”. Y yo pensé “¡mierda!”.
Mikel, amigo y gran persona, lleva años al frente del Equipo Español de Alpinismo (EEA) de la FEDME. Ejerce una excepcional labor de profesor y, al mismo tiempo, es pastor de 6 chavales que cada 3 años tienen la oportunidad de formar un equipo. Y, como es habitual, a final de cada ciclo el grupo realiza su expedición final, la más potente de todas: Himalaya.
Este año, a causa de problemas de liquidez, pensaban que no iban a poder hacer el viaje y cada uno se había hecho ya sus planes. En concreto, Zabalza y yo habíamos hablado para ir a Nepal, de nuevo a la zona llamada Rolwaling. Pero ahora su aprobación lo cambiaba todo. Ellos tenían el viaje costeado e iban a una zona más remota y exigente: la cara sur del Dorje Lakpa. Al que, finalmente, el 13 de septiembre decidí unirme. Salíamos el 28.
4 años después llegábamos a Katmandú de nuevo y, a pesar de las PCRs y los papeles y protocolos desorbitados, el viaje había transcurrido bien. Pasang, amigo de la infancia, nos vino a buscar al aeropuerto para llevarnos a Thamel, el barrio de los turistas por excelencia. Ahora él lleva su propio negocio: una agencia de viajes en Katmandú llamada Dream Carriers. Así, tras dos días de preparativos en la capital, el 1 de octubre estábamos saliendo en autobús hacia Thulo Bhotang, el último pueblo al que llegaba una pista. Día largo, ya que tuvimos que bajar a empujar el bus en varias ocasiones debido al estado de la carretera.
Al día siguiente empezamos a andar hacia el campo base. La comitiva era grande, puesto que necesitábamos comida y alojamiento para toda nuestra estancia en la montaña. Íbamos 37 personas entre porteadores, cocinero, ayudantes de cocina y nosotros. Así, siguiendo a los sherpas que nunca dejan de sorprender con sus cualidades, en 5 días nos plantamos a 4200 metros en una zona herbosa que constituiría nuestra casa durante los próximos 24 días. Los sherpas marcharon y nos quedamos con el cocinero y ayudantes.
Motivados y con ganas de conocer, al día siguiente partimos a hacer un primer porteo e investigar el camino de acceso a la montaña. Teníamos mucho tramo de morrena y glaciar entre nosotros y el Dorje y, siendo una zona poco explorada, no teníamos más información que las imágenes del Google Earth. Tuvimos suerte y a 4700 metros encontramos un pequeño ibón ideal para el primer campamento. Dejamos todo lo que acarreamos ese día y descendimos a la tarde al CB. De esta manera seguimos con nuestro periodo de aclimatación, en el cual el cuerpo se va acostumbrando a la altura con estímulos de ascenso y descenso.
En el siguiente viaje que hicimos, tras un día de reposo, pasamos 2 días. Para conseguir un pico de altura y seguir buscando el paso por el glaciar que teníamos delante. Así, nos dividimos en dos grupos: Javi Guzmán, Ander Zabalza y Rubén Sanmartín se fueron a mirar el glaciar de la cara sur del Dorje Lakpa y Mikel Zabalza, Mikel Inoriza y yo el de la cara oeste. Todos subimos más o menos hasta los 5400 metros y descendimos al CB esa misma tarde.
Por el momento la meteorología seguía estable y decidimos aprovechar para hacer un tercer viaje, esta vez de 3 días, para ascender un pico satelital del Dorje, el Kanshurn. Desde el collado dónde nacía la Arista Oeste del Dorje Lakpa, única vía de ascenso de esta montaña hasta el momento, partía también hacia el Este la arista que ascendía al Kanshurn y continuaba hasta el Urkiemang. Nosotros queríamos dar por concluida la fase de aclimatación ascendiendo a los 6000 metros.
Todos juntos, el primer día dormimos en el glaciar de la cara Oeste a 5300 metros para al día siguiente comenzar la arista. Al llegar a los 5600 vimos una zona ideal para la tienda y decidimos ponerla ahí y continuar, casi sin peso, para bajar esa misma tarde. De esta manera, continuamos buscando el paso por tramos de roca y nieve hasta los 5900 metros, dónde vimos que aquello ya se ponía guarro y decidimos dejar de subir. Bajamos hasta las tiendas y pasamos una agradable noche 3 personas en cada tienda de 1 kilo de peso. Algo muy pequeño.
Al día siguiente recogimos y bajamos. Como había vaticinado Mikel, esta vez ya llegamos más jodidos por el cansancio. Pero, por desgracia, tuvimos suficiente tiempo de descanso en el campo base, demasiado. Y, es que, un día después de haber bajado empezó a precipitar y no paró en 3 días, dejando acumulaciones de nieve de más de un metro en altura. Mientras tanto, nosotros leíamos, jugábamos a cartas, íbamos a por leña con los dokos (grandes cestas de bambú), hablábamos, comíamos y dormíamos.
Pasó una semana y el 23 de octubre partimos hacia el Dorje Lakpa. En dos cordadas de tres: Javi, Rubén y Ander se habían propuesto intentar la cara sur por la vertiente más compleja e Inoriza, Zabalza y yo por la pala de nieve y hielo del margen derecho. En dos días logramos alcanzar los 5700 metros, inmersos en el glaciar de la cara sur. La nevada de los días anteriores hizo nuestra marcha más penosa, pero poco a poco fuimos ganando metros. El tercer día, estos se metieron muy temprano en la pared, con intención de ascenderla en el día; pero debido a las malas condiciones de la nieve y el frío se tuvieron que dar la vuelta. Ya habían tenido suficiente aventura y se iban de vuelta al base.
Nosotros seguimos abriendo huella por el glaciar hasta el Collado Sur a 6300 metros. Montamos la tienda para guarecernos del frío y encendimos el teléfono satélite. El parte que nos mandaban no pintaba bien, el viento iba en aumento para los días venideros. Un pensamiento y decisión…. ¡Intentamos hoy!
A las 11:00 salimos de la tienda hacia cima, llevando con nosotros lo imprescindible. No era lo que teníamos planeado, pero veíamos que los días siguientes iban a ser peores. Unos geles y arriba. No sin resoplar considerablemente, fuimos ganándole metros a la pala de nieve y hielo que teníamos ante nosotros. Una “cuesta de vacas”, que diría alguno, a 60º de inclinación que comenzaba a 6300 metros y terminaba en la cima.
Hacia las 16:00 de la tarde, cansados, llegamos a sus 6966 metros. ¡Las vistas eran espectaculares! Cerca teníamos el Shisha Pangma y al fondo al Este el Cho Oyu, Everest, Lhotse y Makalu. ¡Impresionante! Hasta Zabalza, que ya lleva un largo historial de picos del Himalaya, se maravillaba del espectáculo.
Unos instantes de disfrute más y para abajo, era tarde y oscurecía pronto. Descendimos lo que habíamos subido con suma delicadeza. Un traspiés y aparecíamos en el glaciar 1000 metros más abajo, tobogán. ¡Sencillo pero no vale fallo! Con esta idea en la cabeza íbamos paso a paso perdiendo metros hasta que, ya entrada la noche, llegamos a la tienda. Exhaustos, hicimos una sopa en el hornillo y al saco. Fue una mierda de noche en la que no pegamos ojo ninguno, imagino que por el cansancio. Por la mañana, antes de que llegara el sol a la tienda, recogimos todo y empezamos a bajar por el glaciar. La nieve profunda y costra no nos ayudó.
Unas horas más tarde llegamos al campo 1, bastante jodidos por cierto, dónde descansamos y recogimos lo que habíamos dejado a la subida. Y ya, algo recuperados, seguimos andando hasta juntarnos con nuestros amigos tres horas más tarde en el campo base. Todo había ido bien, estábamos todos enteros (como decía mi aita jeje) y contentos de lo que cada uno había intentado.
Dos días más tarde llegaron los porteadores, empaquetamos todo y comenzamos la larga vuelta a casa. 3 días de treking y otro de autobús nos llevaron a Katmandú. Teníamos dos días hasta que salía el vuelo y alguno se vino arriba comprando ropa y detalles para sus cercanos; hasta tal punto que volvió con exceso de equipaje. Del cual libró de pagar gracias a un ingeniero que compartía vuelo y le ofreció facturar una de sus maletas como propia.
La tarde del 4 de noviembre llegamos a casa. Y la mañana del 5 Ander Zabalza y yo ya estábamos des-encadenando varias vías de Etxauri… ¡y qué a gusto!