Aunque vivimos tiempos en los que ya no sabemos qué esperar de las estaciones, el invierno no queda lejos y, previsiblemente, pronto podremos disfrutar de las montañas vestidas de blanco. Sacamos pues nuestras galas de esquiadores, snowboarders, escaladores de hielo, alpinistas o senderistas “raqueteros”. Y, mientras esperamos a que empiece a nevar, ¿qué tal si hablamos de ropa técnica de invierno?

La ropa técnica, siempre recomendable, puede ser una cuestión de comodidad y rendimiento en verano, pero en invierno fácilmente nos podemos encontrar con que sea lo que nos separa de una de “la última experiencia”, por decirlo de alguna manera. ¿Qué características debe tener para cumplir con lo que se espera de ella? A nosotros se nos ocurren unas cuantas:

Aislamiento Térmico Efectivo

La temperatura en esta época, y más en la montaña, puede descender drásticamente en muy pocas horas, por lo que la ropa técnica debe ofrecer un aislamiento térmico efectivo. ¿Toda ella? Sí y no. Según el sistema de las tres capas , cada una de las prendas que llevamos debe guardar un equilibrio entre transpiración y aislamiento, sin perjuicio de que puedan o deban tener cualidades adicionales (por ejemplo, elasticidad en las interiores e impermeabilidad en las exteriores). Si nos ceñimos al aislamiento térmico, es una función preferente de las capas intermedias y las exteriores, más que de las interiores, en las que primará la transpiración.

También hay que tener en cuenta que algunas prendas de abrigo están pensadas para ser usadas durante la actividad y otras para ser usadas antes o después de la misma. Esto es importante porque una prenda que llevamos puesta mientras nos movemos debe ser algo más transpirable, y no necesariamente tan aislante, puesto que estamos generando calor constantemente; mientras que una prenda que llevemos puesta “en parado” debe retener en la medida de lo posible todo el calor que generemos, sin que la transpiración sea clave (porque probablemente no se está produciendo).

Transpirabilidad

Lo acabamos de decir: la transpirabilidad es esa otra mitad de la ecuación que toda prenda de montaña debe tener en cuenta. Y es que, si no hay evacuación de la humedad, no hay aislamiento posible. La transpirabilidad es primordial en las capas interiores y algo menos importante a medida que seguimos hacia el exterior, pero en cualquier caso necesaria.

En las prendas exteriores, de hecho, una cualidad deseable de cualquier prenda de montaña es que cuente con sistemas de ventilación que se puedan abrir a voluntad durante los picos de actividad, como cremalleras impermeables.

Impermeabilidad

Función primordial de la capa más externa. La impermeabilidad se mide mediante un índice conocido como “columna de agua” y que se expresa en milímetros. Esos milímetros son la cantidad de agua que puede soportar el tejido antes de “ceder” (y todos los tejidos ceden en algún punto) y dependiendo de cuántos sean, se da a la prenda una consideración u otra:

0-5000mm.- Lluvia ligera

6.000mm-9.000mm.-Lluvia moderada, nevada moderada

10.000 -15000.-Lluvia fuerte, nevada fuerte

15000-19000.-Lluvias muy fuertes, tormentas intensas de nieve.

20.000mm.-Protección extrema.

Dado que cierto nivel de transpirabilidad es deseable en todas las capas, en este aspecto resultan críticas las membranas impermeables transpirables. En el caso del calzado, que habitualmente forma un sistema de solo dos capas, son fundamentales.

Que sea cortaviento

Otra cualidad específica de las capas exteriores. El viento es el gran ladrón de calor. Cualquier superficie de piel expuesta a él reduce su temperatura al instante (es la razón por la que los ventiladores, que no hacen otra cosa que mover el aire, funcionan). Se considera que la sensación térmica en invierno depende principalmente de la temperatura ambiental y de la velocidad del viento, mientras que en verano la humedad relativa sustituye al viento como factor determinante. Por lo tanto, la barrera de viento es una cualidad más que deseable en una prenda técnica exterior para deportes de invierno.

Resistencia

Dado que hablamos de deportes de montaña, la resistencia es una cualidad imprescindible, más que deseable. No tendría mucha gracia que nuestras prendas técnicas, que cuestan un buen dinero, se estuvieran cayendo a pedazos después de una sola temporada. Hablamos de resistencia a la abrasión de los tejidos, para lo cual es fundamental el poliéster; y también de resistencia en las costuras, que es donde se nota realmente si una prenda está bien fabricada.

Diseño Ergonómico

Característica a menudo ignorada y que, sin embargo, resulta fundamental, sobre todo en las capas internas. Una prenda de montaña debe ajustarse bien a nuestro cuerpo y permitirnos ejecutar todos los movimientos que vaya a requerir la actividad. No hay mucho más que decir sobre esto, pero tampoco conviene subestimar esta cualidad, porque el cuerpo humano es “complicado” desde el punto de vista volumétrico.

Visibilidad

Las prendas de montaña suelen ser de colores vivos por una buena razón y es la de resultar visibles y ser fácilmente localizables. En los deportes invernales esto es especialmente útil, ya que la reflectancia de la nieve produce un efecto de deslumbramiento que hace que percibamos los colores poco saturados como oscuros, muy fáciles de confundir con el entorno.

Sostenibilidad

Puestos a pedir, pidamos también que las prendas hayan sido fabricadas con materiales y procesos respetuosos con el entorno. Ternua, por ejemplo, utiliza plumón reciclado y fue la primera marca de ropa de montaña de Europa en prescindir de PFCs.  No es, seguramente, algo que vaya a cambiar nuestra experiencia en la montaña, ¡pero es algo que hubiera podido evitar que cambiara la montaña como vemos que está cambiando!