¿Cómo se convierte una familia en una saga? ¿Cómo consigue un padre que sus hijos sigan sus pasos? Christian Ravier tiene claro que el enfoque de su padre y su tío para con él y sus primos podría haber salido mal. Sutiles no fueron. Un vivac a 15º bajo cero sobre el filo de una cresta, a los doce o trece años, tiene que marcar por fuerza para bien o para mal. En el caso de Chirstian, la apuesta sin duda funcionó, porque lleva más de 40 años dedicado a la montaña, como si la pasión fuera una condición heredable.

Otra cosa es que resulte fácil caminar a la sombra de su padre Jean y de su tío Pierre, que es tan larga como algunas de las vías que firmaron en los Pirineos. Cuando murió Jean, el año pasado, uno de los titulares que se hicieron eco de la noticia decía: Los gemelos Ravier: eran dos, pero parecían veintidós. Como obituario no parece muy serio, pero no deja de ser un buen reflejo de la actividad frenética que llevó a cabo esta pareja de hermanos gemelos en los años 50 y 60 del siglo pasado. Hoy, en Pirineos, hay vías Ravier por todas partes y no hay un aficionado a la escalada clásica que no se haya apuntado alguna o que no tenga un par en su lista de pendientes.

Pero Christian ha transitado su propia senda en el mundo de la montaña, lejos de la sombra de sus predecesores, y se ha ganado el derecho a ser considerado el gran pirineísta de su tiempo; un tiempo en el que, a diferencia del de la generación anterior, no estaba todo por hacer. "El apellido nunca me ha pesado", ha dicho en alguna ocasión.

Lo de pirineista, por cierto, no es un demérito, que quede claro, y en ningún caso es menos que alpinista. De hecho, Christian Ravier es un alpinista y guía de montaña reconocido que ha llevado a cabo ascensiones por todo el mundo. Pirineista, es otra cosa; hace referencia a un tipo de alpinista que ha caído bajo el extraño influjo de Pirene. Un hechizo que se da en estos montes hechos a escala humana y que hace que el embrujado solo se sienta en casa cuando los tiene cerca, sin importar si ha nacido en Benasque o en Hanoi. Como el conde Henry Russell, que, habiendo tenido la ocasión de conocer las grandes cordilleras de la Tierra en su juventud, prefirió siempre los Pirineos. “He visto bastantes montañas: el Himalaya, los Andes, los picos fúnebres de Nueva Zelanda, los Alpes y el Altai; […] pero, por ciego que sea el amor, creo tener razón al admirar más que nunca a los Pirineos”. Es una frase de Russell, pero lo mismo podría haberla escrito Christian, que llama a los Pirineos “mis montañas”.

De entre todas las actividades que lleva a cabo en “sus montañas”, Christian se decanta, como sus predecesores, por la escalada en roca. Aquí destaca como el aperturista más prolífico que ha conocido la cordillera en las últimas tres décadas. Sus vías no se cuentan por decenas, sino por centenares (ni él mismo lo sabe exactamente). Mikel Zabalza lo califica de visionario y considera que sus itinerarios son garantía de calidad por su trazado lógico y por el gran compromiso que suelen exigir. A pesar de contar con tantos kilómetros de roca limpia a sus espaldas, Crhistian no ha sufrido ni un solo accidente grave en su carrera, lo que da cuenta de que es un tipo metódico como pocos. Quien esté interesado en conocer las líneas que llevan su sello puede recurrir a su bibliografía; a lo largo de los años ha publicado varios libros, siempre en colaboración con otros grandes del pirineísmo como Rémi Thivel o el desaparecido Rainier Munsch “Bunny”.

Pues bien, habida cuenta de todo lo que hemos contado de él hasta ahora, se comprende que para Ternua sea un grandísimo orgullo que Christian Ravier se acabe de incorporar a nuestra lista de Friends. No será nuestro Friend más activo digitalmente, ya lo avisamos, pero difícilmente podríamos haber encontrado otro con una trayectoria tan abultada y que conozca tan bien unas montañas que nosotros también sentimos como nuestras: los Pirineos.