Avalanchas: la gestión del riesgo comienza en casa
Las actividades en un terreno donde existe peligro de aludes requieren una preparación previa, ya que es mientras realizamos esta planificación donde comenzamos a gestionar el riesgo de avalancha. Antes de comenzar, es importante entender a que nos referimos cuando hablamos de peligro de aludes, y diferenciarlo del riesgo de aludes.
El boletín de peligro de avalancha (BPA) nos habla de peligro, esto es, de una relación entre la probabilidad de desencadenamiento de un alud y sus consecuencias; con un grado de peligro bajo, la probabilidad de desencadenamiento de una avalancha será baja y el tamaño del posible alud será pequeño. Con un grado de peligro alto, la relación será la contraria. Cuando hablamos de riesgo, hablamos de nuestra exposición y nuestra vulnerabilidad a ese peligro; y controlar nuestra exposición a un peligro esta pues en nuestra mano.
Nuestra tarea de gestión del riesgo de avalancha, debe girar alrededor de tres factores, como son las condiciones nivometeorológicas, el terreno de juego y el grupo de personas que vayan a realizar la actividad. Este triángulo de los aludes, es el eje de cualquier curso formativo de avalanchas que se precie.
Las condiciones; destripando el BPA
No podemos hacer nada para cambiar las condiciones de un día determinado, pero tener una buena información sobre ellas y ser capaces de entender y asimilar esa información debe ser el primer paso en nuestra tarea de planificación; básicamente necesitamos una buena predicción meteorológica para el día de la actividad, así como un resumen meteorológico de días pasados. Lo ideal es hacer un seguimiento meteorológico continuo, llevando un pequeño seguimiento de al menos los eventos importantes; nevadas, lluvias, días de viento… Después de esto debemos interpretar y asimilar la información del BPA, donde se sintetizan las condiciones de estabilidad del manto nivoso emitiendo un grado peligro dentro de la escala europea de peligro de aludes (escala de 1 a 5, donde cada número multiplica el grado de peligro anterior).
Pero el BPA no es sólo un número; en el BPA se definen las situaciones o problemas de alud que se esperan, nos acota en la medida de lo posible una localización geográfica del peligro, nos habla de la extensión sobre el terreno del mismo, nos habla de una probabilidad de desencadenamiento y nos define el tamaño de alud que podría esperarse. Respecto a esto último, es necesario entender a que nos referimos con el tamaño de los aludes. Se miden en una escala de 1 a 5 y se nombran respectivamente como purga, pequeño, mediano, grande o muy grande. La purga (tamaño 1) es difícil que nos sepulte en terreno abierto, pero nos puede matar si hay trampas en el terreno como barrancos o cortados. Un alud pequeño (tamaño 2), es pequeño en la escala de la montaña, pero a nosotros nos puede sepultar en terreno abierto…
Terreno y grupo
Una vez asimiladas las condiciones del manto nivoso, elegiremos el terreno de juego y el grupo de compañeros. Si comenzamos por elegir primero a los compañeros, deberemos valorar quiénes y cuántos seremos, así como nuestras características físicas, técnicas, y nuestras habilidades de rescate. Una vez decidido esto, deberemos prever si seremos un grupo disciplinado en los hábitos de circulación segura y con autocontrol y si estaremos preparados para responder en caso de accidente (sabemos hacer y estamos correctamente equipados para hacer un buen autorrescate, o todo lo contrario).
Con estos dos factores claros, solo queda elegir un terreno de juego adecuado a las condiciones previstas y al grupo elegido. Para ello debemos echar mano a toda la información que podamos recabar sobre el terreno: mapas, guías o fotos para poder diseñar la ruta adecuada; es importante matizar los puntos más problemáticos y definir su pendiente, altitud y orientación, ya que estos serán los puntos donde deberemos decidir si continuamos adelante o damos media vuelta. Otro factor importante será definir e identificar las trampas del terreno, esos lugares que pueden agravar las consecuencias de un posible accidente por alud. Una vez definido el plan principal, debemos plantear alternativas al mismo en terreno menos peligroso (menor pendiente por lo general o a veces orientaciones diferentes a las definidas como peligrosas en el BPA) ya que muchas veces serán la opción adecuada si las condiciones son malas o dudosas; esta flexibilidad será generalmente la clave del éxito.
Todo este trabajo de planificación previa es necesario, aunque deberemos revisarlo constantemente en la montaña, con continuas observaciones sobre las condiciones de la nieve, de la meteo, del grupo, etc. Pero es un trabajo necesario y divertido, que nos obliga a pensar y a hacer de nuestra actividad algo más que un mero esfuerzo físico. Nos va a ayudar a mejorar la seguridad y el disfrute de nuestros días de actividad, ya que con el tiempo aprenderemos a leer las condiciones de la montaña antes siquiera de llegar a ella. Nos va a ayudar a leer el terreno sólo con echar una mirada al mapa, y nos va a ayudar a sistematizar los hábitos correctos que requiere la circulación con un grupo de personas por un terreno de aludes. Sabiendo que es difícil hacerlo bien desde el principio, os animamos a aprender todo lo que podáis, a hacer cursos de formación y a aprender a tomar decisiones; en un entorno complejo y hostil como la alta montaña invernal, la seguridad debe ser cosas de todos.
*Fuentes: ACNA (Asociación para el conocimiento de la nieve y los aludes)