Hoy, Álex Sevilla, técnico de la EMAM en media montaña, nos introduce a la actividad de las raquetas de nieve: origen, características, usos, precauciones... Ya no tenemos excusa para no salir a la montaña cuando ha nevado.

Las raquetas para la nieve nacieron de la necesidad del ser humano de moverse por terrenos nevados que dificultaban el caminar para poder cazar, conquistar territorios, etc. A día de hoy, todos esos antiguos usos han quedado relegados y utilizamos las raquetas fundamentalmente como actividad deportiva y lúdica en lugares donde, sin ellas, nos hundiríamos en la nieve y desplazarnos supondría un gran esfuerzo.

Iniciarse en los deportes invernales con las raquetas de nieve

Las raquetas son el complemento ideal para iniciarse y adentrarse en los deportes invernales. Se trata de  un elemento relativamente sencillo de manejar y que nos facilita mucho el movimiento. Además, las raquetas nos protegen de la humedad y  nos mantienen más secos, al evitar que nos hundamos en la nieve. Para desplazarnos con ellas solo tenemos que prestar un poco de atención, porque la superficie de nuestros pies  aumenta considerablemente; bastará con separar los pies algo más de lo habitual al caminar.

Resulta una experiencia divertida para aquellos que buscan nuevas aventuras cuando la montaña se viste de blanco, porque, cada vez que emprendemos una ruta con raquetas creamos nuevas huellas y eso lo convierte, en cierto modo, ¡en una aventura pionera!

Se trata de una actividad de lo más entretenida, con la que recorrer con facilidad el interior de los bosques recién nevados, saltar e incluso deslizarnos por pendientes moderadas que nos harán disfrutar como niños.

Consejos para el uso de las raquetas de nieve

Sin embargo, aunque la progresión con raquetas sea una actividad divertida y placentera, debemos tener en cuenta algunas consideraciones, como conocer las limitaciones que tiene este material y cuándo no es recomendable usarlo. Así, las raquetas son ideales para itinerarios más o menos llanos o pendientes hasta 25º o 30º y con unas condiciones de nieve polvo o primavera. Más allá de esa magnitud de pendiente, o en presencia de hielo, podemos tener problemas para progresar, poniendo en peligro nuestra integridad. Sí que es verdad que las raquetas poseen unas puntas y una cuchilla en la parte delantera, pero nunca sustituyen a unos buenos crampones.

La elección de las raquetas la haremos en función de nuestras características individuales y el uso que vayamos a darles. En el mercado hay una amplia oferta en función de la carga máxima a soportar, el peso de la raqueta, el material, la forma, etc.

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Con esto aprendido, solo nos queda vestirnos y calzarnos adecuadamente para un día en la montaña invernal, de forma que podamos estar cómodos y protegidos del frío y la humedad, abrocharnos las raquetas adaptándolas a nuestro pie, agarrar los bastones y comenzar nuestra nueva aventura.

Si lo consideramos conveniente, antes de probar una primera experiencia de este tipo por cuenta propia, siempre podemos realizar cursos de formación para iniciarnos en esta modalidad, como los que organiza la FMM (www.cursosdemontaña.com), en los cuales nos explicarán todas las técnicas así como los diferentes modelos y materiales existentes en el mercado actualmente, con el objetivo de afrontar la actividad con la mayor seguridad posible.