5 bosques para conocer este otoño
Hoy decimos adiós al verano oficialmente. Al parecer, ha sido el más caluroso desde que existen registros. Dicen también que, probablemente, habrá sido el más fresco del resto de nuestras vidas. Ahora entramos en un otoño seco como nunca, camino de un invierno que se anuncia de escasez energética inédita.
Así las cosas, no está claro que salir a la naturaleza y observar cómo ésta se apaga vaya a contribuir en algo a mejorar nuestro estado de ánimo.
Solo que probablemente sí lo hará.
Porque el otoño, siendo como es la estación más melancólica de todas, es también, quizá, la más hermosa. Y no hay mejor lugar para disfrutar de ella que un buen bosque mixto, donde los árboles caducifolios y los perennes se mezclan, dando lugar, en esta estación, a increíbles contrastes cromáticos. Un espectáculo del que se puede disfrutar en estos lugares que os proponemos a continuación:
Selva de Irati
La Selva de Irati, al norte de Navarra, es un clásico en este tipo de listas. Se trata de un bosque mixto de hayas y abetos a caballo entre Francia y España. A pesar de su aspecto, no es un bosque virgen, pues ha sido explotado durante siglos por los habitantes de los valles circundantes. Pero lo han hecho con tal sabiduría que hoy en día se considera que este es uno de los hayedos abetales mejor conservados de Europa y, con 17.179 ha., el segundo mayor tras la Selva Negra alemana.
Podemos acceder a la parte española de la Selva de Irati desde los valles de Salazar, (desde Ochagavía) y Aezkoa, (desde Orbaizeta). Pero si lo que queremos es apreciar los contrastes de la masa forestal, más que caminar bajo su domo, podemos encaramarnos a la sierra de Abodi, que cerca el bosque por el sur, o al impresionante Ori, que surge de entre los árboles al este.
Parque Natural del Montseny
En el Parque Natural del Montseny, en la provincia de Barcelona, chocan el bosque mediterráneo con el centroeuropeo. Allí podemos encontrar grandes extensiones de pinos, hayas y castaños blancos, mezclados con encinas, alcornoques y pinos carrascos. El resultado, igual que en Irati, es un otoño repleto de contrastes.
Montseny está a solo 50 kilómetros de Barcelona y sus más de 30.000 ha. se extienden por tres comarcas: Osona, La Selva y el Vallés Oriental. Hay multitud de rutas señalizadas que cruzan el bosque y los tres macizos que componen el parque.
Bosque de Muniellos
Dentro del Parque Natural de las Fuentes del Narcea, Degaña e Ibias encontramos el bosque de Muniellos. Con sus 5.970 ha., es el mayor robledal de España y uno de los mejor conservados de Europa. De aquí salió madera durante siglos en dirección al arsenal del Ferrol, pero en 1973 se prohibió definitivamente la tala. Desde entonces, Muniellos ha ido gozando un nivel de protección cada vez mayor, porque es, además de un bosque fantástico, una zona de especial riqueza faunística. Aquí podemos encontrar osos, lobos, nutrias, corzos, jabalíes, zorros y gatos monteses. Su actual régimen de protección es tan estricto que solo se permite el ingreso de 20 personas cada día, por lo que es necesario reservar. A cambio, se puede estar seguro de que la sensación de estar en paraje solitario está garantizada.
Hayedo de Cameros
El hayedo de Cameros se encuentra enclavado dentro del Parque Natural de Sierra de Cebollera, en La Rioja. Aquí también podemos encontrar robles, abedules, tejos, abetos, acebos y serbales, con la riqueza de contrastes que eso provoca. Pero además, en Cameros, además de bosques, hay multitud de pueblos pintorescos que también merece la pena visitar. De uno de esos pueblos, Nieva de Cameros, parte una de las excursiones más valoradas por quienes llegan hasta aquí para disfrutar del otoño. La ruta llega hasta el collado de la Mohosa y puede seguirse hasta la localidad de Angulano. Por lo demás, la Sierra de Cebollera en sí es un destino poco conocido que merece la pena en cualquier época del año.
Hayedo de Otzarreta
En el hayedo de Otzarreta asistimos a un paisaje que suponemos natural, a no ser que sepamos mirarlo bien. Las espectaculares hayas que atraen hasta este lugar a tanta gente y que son objeto de todas las fotografías (un centenar en el caso de Otzarreta) son todas hayas trasmochas. En su estado natural, el haya es un árbol de fuste recto y gran altura; en el caso de las trasmochas, el tronco, grueso, se abre enseguida en un manojo de poderosas ramas y forma un árbol chato, de aspecto venerable. Esa forma característica es debida a la acción del hombre, que en el pasado empleaba la técnica del trasmochado para aumentar la producción de madera o para moldear el árbol con vistas a su explotación en la industria naval. El caso es que las hayas que sobrevivieron a la tala forman unos bosques espectaculares, como de cuento, que en Euskadi se encuentran en mayor número que en ninguna otra parte del mundo. Por dar una referencia, hay unas 142.000 trasmochas en Gipuzkoa, 82.000 en Araba y 59.000 en Bizkaia, mientras que en todo Gran Bretaña, que sería el segundo lugar con más abundancia, solo hay 15.000. En definitiva, un pequeño tesoro que merece la pena conocer y del que Otzarreta es buen representante.